Como el Kintsugi, el alma también se repara con oro: con amor, conciencia y la valentía de no esconder sus grietas.
Tenue es la luz que sale de los ojos de las almas nobles y profundas, que prevalece a través del tiempo y el espacio, tejiendo estelas de esperanza. No por necesidad, sino por la libre elección de manifestar lo que se lleva adentro, en lo más hondo del ser. ¡Cuán profunda es la buena voluntad! Donde se elige ser abrazo y no puñal; donde se elige amar el vuelo del espíritu en lugar de podar las alas. Ser alimento y no codicia, ser espacio y tiempo, y no frialdad. Qué vasto es el espíritu del ser humano que decide amar, quien ha transmutado el dolor, las heridas, el pasado en alquimia, resonando con su nuevo ser desde el amor, desde la conciencia, donde no solo se sostienen las manos, sino también las almas.