LAS FRUTAS

Un cáliz, sagrado y fresco
Entre el espacio y el fuego,
entre la sangre y el espíritu,
despierta a la conciencia con ímpetu.


El espíritu corre libre a través del cuerpo,
donde se asienta la luz en el campo.
Al toque del césped, despiertan las pupilas,
grandes, que por el sol son cubiertas.

Un espacio donde todo es posible,
donde la mente se despoja de su límite,
de sus cadenas, que impiden al hombre      
                                                                 Ser su  propio maná


Una casa ,
depurada de la trampa de la ceguera de años,
a causa de la terquedad de ser algo,
una falsa construcción, tan frágil,
sin escombros.

                                                Palma a palma,
los susurros de los árboles en una noche estrellada.
Es así tan simple la vida,
tan magnífica,
cristalina,
donde todo se dispone para la liviandad del alma.

Donde se siente el espíritu a gusto en casa,
cómodamente caminando, respirando, viviendo,Existiendo,Transformando, 
Eligiendo desde la facilidad , gozo y gloria 

¡Oh, claridad!
Donde las sombras no tienen cabida.
¡Es saber merecer!
Donde los espíritus danzan con tibieza,
libertad alcanzada, ganada, forjada.

                  
      



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