Aromas del Espíritu
Conservo un cuaderno pequeño, de esos sencillos y baratos que se encuentran en cualquier librería. Allí escribo, porque aún me gusta mantener viva esa manera de plasmar los pensamientos, aunque falten pocos meses para que inicie el 2026. En sus páginas guardo sentimientos y emociones que no comparto con nadie, porque me pertenecen y decido atesorarlos en silencio. Cada vez que mis ojos recorren esas líneas, siento que acarician mi alma: un alma valiente, feroz, noble, amante de la vida, de lo simple y de los instantes plenos de la presencia. Qué bello es lo simple de la vida, que se transforma en vasto: vida, respiro. Tengo una vida buena. Mis ojos pueden contemplar los rayos del sol, el atardecer, la luna asomándose entre los escombros de las estrellas. Mis manos pueden ayudar a otros a cruzar calles, como a algún adulto mayor que observa el semáforo apoyado en su bastón. Puedo escribir palabras sinceras que brotan desde dentro; mi boca pronunciar palabras que alimentan el alma,...